Reinos
romano-gemánicos
Con la caída del Imperio Romano de
Occidente, se producirá la reorganización de la zona europea a partir de la
formación de reinos romano-germánicos,
con la fusión de los pueblos germanos y los antiguos habitantes del Imperio. Entre
los reinos más destacados se encuentran:
- Visigodo (Godos del oeste): Ubicado en la
península ibérica. Fundado en el año 412 por Ataúlfo y destruido por los
musulmanes en el año 711.
- Ostragodo
(Godos del oriente):
Ubicado en la península itálica. Se funda en 493 por Teodorico y cae en
553 a manos de los bizantinos.
- Franco:
Ubicado en el
centro europeo (en los actuales territorios de Francia y Bélgica). Fundado
en el siglo V, lograrían un apogeo durante el gobierno de Clodoveo, quien
sería el primer rey germano en convertirse al cristianismo.
- Ango,
Sajones y Jutos: Ubicados
en las islas británicas, se conformaron los reinos que serían unificados
por el rey Edberto de Wessex en 827.
- Vándalo:
Ubicados en el
norte de África. Fundado en el año 428 y fueron conquistados por los
bizantinos en año 553.
Características de los reinos germánicos
Característica
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Causa
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Efecto
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Inseguridad
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La
invasión de los pueblos germánicos, la lucha entre pueblos y los saqueos a
las ciudades
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Aumento
de defensas en las ciudades a partir de murallas
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Ruralización
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La
inseguridad y crisis económicas provocó el traslado al campo y reducción de
las ciudades.
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Reducción
del comercio y generación de economías de subsistencia.
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Empobrecimiento cultural
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Reducción
de las manifestaciones artísticas y concentración en actividades guerreras
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Iglesias
pequeñas y toscas, con rudimentarias piezas de orfebrería.
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Lenta fusión cultural
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Los
pueblos germánicos sostenían sus propias leyes, instituciones, lengua y religión.
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Fueron
incorporando lentamente las pautas culturales e institucionales del Imperio
Romano.
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Los reinos germánicos fueron adoptando
el cristianismo, que permitió una vinculación a través de la religión. Configurados
en monarquías hereditarias centrados
en la fidelidad personal al Rey, propio de su cultura, diferente a las
tradiciones romanas, centradas en los ciudadanos.
La mayoría de los germanos eran
arrianos, una corriente que negaba la esencia divida de Cristo pero aceptaba su
descendencia de Dios y era considera herética por la Iglesia Católica. Los
reyes germánicos, a fin de mantener una relación con la población de los
territorios romanos, que profesaban el catolicismo, propiciaron su cambio y
conversión.
En tanto que la Iglesia mantuvo el latín como lengua de culto y se organizó
territorialmente en diócesis o provincias,
presidida por un Obispo. Internamente, se configuró en dos grupos, uno secular
y otro regular, el primero dedicado a la relación con la población y el
segundo, recluido en los monasterios, como forma de concentración en la relación
con Dios.
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