martes, 4 de agosto de 2015

Hebreos

Hacia la tierra prometida

Los hebreos eran originarios de la península arábiga formado por un pueblo  semita de pastores nómades que migraron a la zona baja de la Mesopotamia, cercana a la ciudad de Ur. Como venían del otro lado del río Eufrates, su nombre deriva del término hebreo (“habiru”) que significa “gente del otro lado”.

Guiados por su patriarca Abraham este pueblo se trasladó desde Ur hasta Canaán (actual Israel, Palestina y parte del Líbano y Siria), hacia el siglo XVIII a.c., probablemente en búsqueda de alimentos y evitando el sojuzgamiento de los pueblos mesopotámicos, en lo que consideraban la “Tierra Prometida” por su único dios Yahvé (Jehová). Estaban organizados en tribus de pastores dirigidas por patriarcas, que según la tradición bíblica los primeros fueron Abraham, Isaac y Jacob, quien cambió su nombre por el de Israel, nominación con la que se designó a todo el pueblo.

Durante un tiempo formaron parte de los hicsos, quienes habían invado Egipto en el siglo XIV a.c. y les dieron protección, sin embargo, cuando fueron expulsados por los príncipes de Tebas, los hebreos fueron sometidos al “Cautiverio de Egipto, que finalizó cuando el patriarca Moisés los guió por el desierto de Sinaí nuevamente hacia Cannán en un Éxodo registrado en la Biblia, donde Moisés recibió las “Tablas de la Ley” con los “Diez Mandamientos”.

Una vez allí, los hebreos se constituyeron en doce tribus, dirigidas cada una por un juez, responsable de la administración, la defensa y la religión, quienes eran todos descendientes de Jacob y siguen la palabra del único Dios.



El Templo del Rey Salomón

Con fines defensivos, hacia fines del siglo XI a.c., los hebreos cambiaron su organización descentralizada por una centralizada constituida en una Monarquía. Durante el período no tuvieron grandes ataques, porque Egipto se encontraba en decadencia y Babilonia sufría invasiones de otros pueblos. Solo repelían ataques de los llamados “Pueblos del Norte y del Mar” formados por semitas sedentarios y filisteos.

El primer monarca de Israel se llamó Saúl, cuyo reinado se extendió por más de cuatro décadas. Su sucesor fue David quien conquistó la ciudad de Jerusalén, al norte de Canaán, y la convirtió en capital del reino. Con el reinado de Salomón (973 a.c. a 932 a.c.) se produce una expansión económica, facilitada por las relaciones mercantiles propiciadas por el rey Ahiram de Tiro, quien facilitó las flotas para el comercio y de arquitectos para la construcción del Gran Templo de Jerusalén.

Con la muerte de Salomón, el reino de Israel entró en una crisis profunda dividiéndose en diez tribus por un lado, manteniendo el nombre y resistiendo su independencia desde hasta el 722 a.c. cuando fueron derrotados y deportados por los asirios. En tanto que las dos restantes formaron el reino de Judá, con capital en Jerusalén, que subsistió desde el 921 a.c. hasta el 586 a.c. cuando cayó en manos del Imperio Neobabilónico encabezado por Nabucodonosor, quien destruyó el Gran Templo de Jerusalén e inició lo que se conoce como el “Cautiverio de Babilonia”.

Durante esta etapa, los israelitas difundieron la prédica de los profetas, que anunciaban la llegada de un Mesías, Hijo de Dios, que los liberaría. Recién en 538 a.c., con la derrota del Imperio Neobabilónico por los persas, pudieron regresar a sus tierras y reconstruir el Gran Templo de Jerusalén, bajo el reconocimiento como una provincia del Imperio Persa.



Religión

Se reconoce a los hebreros como los impulsores de la primera religión monoteísta del Cercano Oriente. Reconocían como único dios a Yahvé o Jehová, que le atribuían la creación del mundo y los seres humanos. Su libro sagrado es la Biblia, especialmente la Torá (Antiguo Testamento), que recorre alegóricamente la historia de la creación. Además, se incluyen normas religiosas y de conducta moral. Se relata allí que los hebreos son el pueblo elegido por Yahvé para revelarle verdades fundamentales de la religión, por eso le entregó a Moisé la Tabla de la Ley con los Diez Mandamientos.




Economía Hebrea

Cabe destacar que el uso de la tierra comenzó a utilizarse de manera comunal, hasta que en Palestina se desarrolló la propiedad privada. Se iniciaron en la agricultura e introdujeron el sistema de sabático, dejando descansar las tierras cada siete años. Además, cada cincuenta años celebraban el jubilar, donde se condonaban las deudas y los presos eran puestos en libertad. Además, se devolvía las tierras a quienes la habían perdido por deudas, como medida de evitar los latifundios.



Legado Hebreo


Si duda el pueblo hebreo deja una riqueza cultural especialmente desde su visión religiosa, especialmente en lo que refiere al monoteísmo, siendo precursores de los pueblos cristianos. Además, la conducta moral se centra en los individuos, no en la entrega con rituales de sacrificio, y condenaba la responsabilidad colectiva que castigaba al culpable a sus descendientes y a su familia. Por eso, la Biblia marcó la base del derecho durante Medioevo y fue fuente de inspiración del arte y la literatura durante el Renacimiento.

Desde el dominio Persa, comenzó un esparcimiento religioso del judaísmo, proceso conocido como diáspora que se intensificó con la caída del imperio por los helenos. Posteriormente, bajo el dominio Romano, los judíos comenzaron a ser hostigados provocando una rebelión en el año 70 d.c. que terminó con la destrucción del Templo de Jerusalén.

Durante siglos, los judíos estuvieron dispersos por el mundo vinculados por una relación religiosa y un vínculo histórico. Durante finales del siglo XIX surgió una corriente impulsada por Theodor Herzl, llamada sionismo que impulsaba el regreso del pueblo a la antigua tierra ubicada en Palestina, en ese tiempo en manos británicas.


Tras la tragedia de la Segunda Guerra Mundial, donde el nazismo provocó 6 millones de judíos muertos, legitimó la idea del regreso a esas tierras, constituyéndose el Estado de Israel en 1948 cediendo una parte de la ocupación británica de Palestina.


Texto: Ricardo Romero

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