Hacia la tierra prometida
Los hebreos eran originarios
de la península arábiga formado por un pueblo semita de pastores nómades que migraron a la
zona baja de la Mesopotamia, cercana a la ciudad de Ur. Como venían del otro
lado del río Eufrates, su nombre deriva del término hebreo (“habiru”) que significa
“gente del otro lado”.
Guiados por su patriarca Abraham este pueblo se trasladó desde
Ur hasta Canaán (actual Israel, Palestina y parte del Líbano y Siria), hacia el siglo XVIII a.c., probablemente en búsqueda de alimentos y
evitando el sojuzgamiento de los pueblos mesopotámicos, en lo que consideraban
la “Tierra Prometida” por su único dios Yahvé
(Jehová). Estaban organizados en tribus de pastores dirigidas por
patriarcas, que según la tradición bíblica los primeros fueron Abraham, Isaac y
Jacob, quien cambió su nombre por el de Israel, nominación con la que se
designó a todo el pueblo.
Durante un tiempo formaron
parte de los hicsos, quienes habían invado Egipto en el siglo XIV a.c. y les
dieron protección, sin embargo, cuando fueron expulsados por los príncipes de
Tebas, los hebreos fueron sometidos al “Cautiverio de Egipto, que finalizó
cuando el patriarca Moisés los guió
por el desierto de Sinaí nuevamente hacia Cannán en un Éxodo registrado en la Biblia, donde Moisés recibió las “Tablas de
la Ley” con los “Diez Mandamientos”.
Una vez allí, los hebreos se
constituyeron en doce tribus, dirigidas cada una por un juez, responsable de la administración, la defensa y la religión,
quienes eran todos descendientes de Jacob y siguen la palabra del único Dios.
El Templo del Rey Salomón
Con fines defensivos, hacia
fines del siglo XI a.c., los hebreos cambiaron su organización descentralizada
por una centralizada constituida en una Monarquía. Durante el período no
tuvieron grandes ataques, porque Egipto se encontraba en decadencia y Babilonia
sufría invasiones de otros pueblos. Solo repelían ataques de los llamados “Pueblos
del Norte y del Mar” formados por semitas sedentarios y filisteos.
El primer monarca de Israel
se llamó Saúl, cuyo reinado se
extendió por más de cuatro décadas. Su sucesor fue David quien conquistó la ciudad de Jerusalén, al norte de Canaán, y
la convirtió en capital del reino. Con el reinado de Salomón (973 a.c. a 932
a.c.) se produce una expansión económica, facilitada por las relaciones mercantiles
propiciadas por el rey Ahiram de Tiro, quien facilitó las flotas para el
comercio y de arquitectos para la construcción del Gran Templo de Jerusalén.
Con la muerte de Salomón, el
reino de Israel entró en una crisis
profunda dividiéndose en diez tribus por un lado, manteniendo el nombre y
resistiendo su independencia desde hasta el 722 a.c. cuando fueron derrotados y
deportados por los asirios. En tanto que las dos restantes formaron el reino de
Judá, con capital en Jerusalén, que
subsistió desde el 921 a.c. hasta el 586 a.c. cuando cayó en manos del Imperio
Neobabilónico encabezado por Nabucodonosor, quien destruyó el Gran Templo de
Jerusalén e inició lo que se conoce como el “Cautiverio de Babilonia”.
Durante esta etapa, los
israelitas difundieron la prédica de los profetas, que anunciaban la llegada de
un Mesías, Hijo de Dios, que los liberaría. Recién en 538 a.c., con la derrota
del Imperio Neobabilónico por los persas, pudieron regresar a sus tierras y
reconstruir el Gran Templo de Jerusalén, bajo el reconocimiento como una
provincia del Imperio Persa.
Religión
Se reconoce a los hebreros
como los impulsores de la primera religión monoteísta del Cercano Oriente.
Reconocían como único dios a Yahvé o Jehová, que le atribuían la creación del
mundo y los seres humanos. Su libro sagrado es la Biblia, especialmente la Torá (Antiguo Testamento), que recorre
alegóricamente la historia de la creación. Además, se incluyen normas religiosas
y de conducta moral. Se relata allí que los hebreos son el pueblo elegido por
Yahvé para revelarle verdades fundamentales de la religión, por eso le entregó
a Moisé la Tabla de la Ley con los Diez Mandamientos.
Economía Hebrea
Cabe destacar que el uso de
la tierra comenzó a utilizarse de manera comunal, hasta que en Palestina se
desarrolló la propiedad privada. Se iniciaron en la agricultura e introdujeron
el sistema de sabático, dejando descansar las tierras cada siete años. Además,
cada cincuenta años celebraban el jubilar, donde se condonaban las deudas y los
presos eran puestos en libertad. Además, se devolvía las tierras a quienes la
habían perdido por deudas, como medida de evitar los latifundios.
Legado Hebreo
Si duda el pueblo hebreo
deja una riqueza cultural especialmente desde su visión religiosa,
especialmente en lo que refiere al monoteísmo, siendo precursores de los
pueblos cristianos. Además, la conducta moral se centra en los individuos, no
en la entrega con rituales de sacrificio, y condenaba la responsabilidad
colectiva que castigaba al culpable a sus descendientes y a su familia. Por
eso, la Biblia marcó la base del derecho durante Medioevo y fue fuente de
inspiración del arte y la literatura durante el Renacimiento.
Desde el dominio Persa,
comenzó un esparcimiento religioso del judaísmo, proceso conocido como diáspora que se intensificó con la caída
del imperio por los helenos. Posteriormente, bajo el dominio Romano, los judíos
comenzaron a ser hostigados provocando una rebelión en el año 70 d.c. que
terminó con la destrucción del Templo de Jerusalén.
Durante siglos, los judíos
estuvieron dispersos por el mundo vinculados por una relación religiosa y un
vínculo histórico. Durante finales del siglo XIX surgió una corriente impulsada
por Theodor Herzl, llamada sionismo que impulsaba el regreso del pueblo a la
antigua tierra ubicada en Palestina, en ese tiempo en manos británicas.
Tras la tragedia de la
Segunda Guerra Mundial, donde el nazismo provocó 6 millones de judíos muertos,
legitimó la idea del regreso a esas tierras, constituyéndose el Estado de
Israel en 1948 cediendo una parte de la ocupación británica de Palestina.
Texto: Ricardo Romero
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