jueves, 16 de julio de 2015

Sociedades Americanas: Los Mayas

Durante el período clásico (200 a.c. a 900 d.c.), se desarrolló en Mesoamérica la cultura Maya. Ocuparon las tierras bajas del sur del Yucatán (México) y se extendieron hacia el sur instalándose en Guatemala, Belice y el oeste de Honduras. Conocido también como Antiguo Imperio, cabe destacar que no hubo una dominación imperial sino una articulación de 120 ciudades con una unidad cultural. Algunas de ellas fueron: Tikal, Yaxchilán, Piedras Negras, Palenque.

Su organización política estaba centrada en Estados independientes con un jefe político militar denominado halac huinic (El verdadero hombre) acompañado por  funcionarios y sacerdotes. A su vez, en cada aldea existía un jefe llamado batab (El que empuña el hacha) encargado de cobrar tributos, hacer cumplir las órdenes e impartir justicia. Además se encargaba de organizar tareas de trabajo agrícola, obras públicas, festividades religiosas y de las tropas del ejército.

Para sus ceremonias religiosas construyeron pirámides escalonadas que eran base de sus templos y excepcionalmente se usaban de tumbas, como la conocida en Palenque, donde está el “Templo de las Inscripciones”.

Sociedad

Tanto nobles como sacerdotes eran grupos privilegiados que recibían sus cargos y tierras por herencia. Los nobles eran llamados a sí mismos como “los que tienen padre y madre”, entendiendo que nacían de padres. Los sacerdotes eran depositarios del conocimiento, manejaban el calendario, organizaban los ritos, celebraban matrimonios, etc.

Otros grupos sociales estaban constituidos por campesinos enriquecidos y artesanos especializados, en tanto que gran parte de la población eran aldeanos (“hombres pequeños”) y artesanos que no producen para la nobleza, a quienes recaía el pago de tributos en especie y la obligación de trabajos en obra pública. Además, los prisioneros de guerra, delincuentes o deudores eran condenados a la esclavitud.

Economía

La actividad económica era variada, que van desde la pesca utilizando redes y anzuelos hasta la caza a través de dardos, arcos, flechas e incluso con la ayuda de perros. Consumían pecaríes (chanchos salvajes), armadillos, ciervos, iguanas, patos o pavos silvestres. También desarrollaron la agricultura, plantando maíz, porotos, zapallo o mandioca.  Usaban la técnica de roza o de campos elevados y protegían los cultivos con pequeñas paredes.

Además, producían fibras para tejer, que lo hacían con espinas como agujas. Incluso producían una bebida fermentada conocida como pulque, a las que se suman un líquido hecho con maíz fermentado y chocolate con vainilla y miel. Sus excedentes eran intercambiados en un extenso sistema de comercio de intercambio con trueque o el uso del cacao como moneda. Uno de los bienes más codiciados era la obsidiana, una piedra que servía para confeccionar cuchillos.

Religión

Los mayas eran politeístas al igual que la mayoría de los pueblos europeos. Su dios principal era Huna Ku, quien fundó el mundo a partir del maíz y tenía un hijo, Itzamná, el señor del cielo, de la noche y del día, del fuego, de la medicina, de la abundancia y la sabiduría, que junto a su mujer, Ixchel, era la Diosa Luna, que presidía los partos y el mundo acuático: lagos, ríos y manantiales. También existían otros dioses como Kinich Ahau, dios del sol; Chaac, dios del tiempo. Tenían dos calendarios, el lunar Tzolkin de 260 días y el solar Haab de 365 días, compuesto de 18 meses de 20 días, generalmente de prosperidad y un mes de 5 días considerados de mala suerte.


El primer milenio

En el año 1000 d.c. los mayas abandonaron sus ciudades y se trasladaron al norte del Yucatán. Fundaron allí nuevas ciudades autónomas, una de ellas fue Chichén-Itzá, compartida con otro pueblo, los Toltecas. Tenía una extensión de seis km2  y se desatacan edificios como la Pirámide de Kukulkán, que es hoy una de las maravillas del mundo, o la Torre del Caracol, cilindro de piedra sobre una plataforma rectangular de doce metros de altura, utilizado de observatorio astronómico. Además tenían una extensa cancha de pelota.




Textos: Ricardo Romero

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