Primeras
Civilizaciones Americanas
Si
bien está en debate cómo fue el poblamiento de América, las investigaciones
indican que se formaron grandes civilizaciones que tuvieron su desarrollo desde
el 3.000 a.c hasta el 1500 d.c. luego de pasar por un proceso de asentamiento,
cuando las bandas cazadoras-recolectoras se convirtieron en tribus
agricultoras, desplegando un esquema organizativo centrado en los cacicazgos.
Podemos
distinguir tres períodos, el formativo (3.000
a.c. – 200 a.c.), clásico o de apogeo (200
a.c. a 900 d.c.), y posclásico o
expansionista (900 d.c. a 1500 d.c.). El período formativo se constituye a partir de la formación de Estados
Teocráticos centrados en la dominación de la clase sacerdotal. En tanto que en
el clásico, la sociedades americanas
desarrollan un fuerte crecimiento cultural. Siendo el período posclásico el momento de formación de
imperios que serán estudiados posteriormente.
Cultivar en la
adversidad
A
diferencia de los suelos fértiles de la Mesopotamia y Egipto, los pueblos
americanos tuvieron que lidiar con zonas selváticas cuyas lluvias se llevaban
la fertilidad de la tierra, por lo que tenían que recurrir a técnicas como las chinampas (cerca de cañas) o
los andenes de cultivo. Los aztecas utilizaron
mecanismos de balsas de cañas con lodo sacado de lagos y pantanos que les
permitían cultivar sobre ellos. En tanto que los incas construían escalones
sobre las laderas de las montañas, que eran rellenadas con arena y piedras en
la base y tierra encima, las cuales estaban regadas por las acequias que se
construían desde la cumbre hasta la base.
Olmecas
Durante
el período formativo, en el año 900 a.c., unas comunidades se trasladaron desde
la costa del Pacífico hasta la costa del golfo de México. Las mismas no
compartían marcos culturales pero no lograron constituir un centro político. Su
nombre deriva la lengua náhatl,
idioma de los mexicas, que significaba “gente del país del hule”.
Las
comunidades se congregaban en centros
ceremoniales dedicados al culto y a la veneración al gobierno. Tenían una
adoración al jaguar, felino
destacado por su ferocidad y velocidad, que lo asociaban con el poder.
Como
legado cultural podemos citar el sistema de escritura americano, el calendario
ritual, el sistema de numeración vigesimal y el juego de pelota. De hecho, las colosales cabezas que se encontraron
como monumentos representarían a los jugadores derrotados que eran decapitados
en los juegos.
Chavín de Huántar
Al
mismo tiempo que los Olmecas, durante los años 900 a.c. a 400 a.c. en el
altiplano peruano se instaló un centro ceremonial conocido como Chavín de Huántar que por su ubicación
permitía una comunicación de la selva con la sierra y la costa y facilitaba el
comercio. Además, permitía una gran
ubicación para el seguimiento de los astros, lo que permitió a los sacerdotes
de Chavín la capacidad de predecir fenómenos climáticos, siendo fundamentales
para la agricultura.
El
Templo de Chavín tuvo dos etapas de
construcción, el Antiguo se construyó en forma U con galerías dentro, donde la
más destacada era la de “El Lanzón”, un monolito de granito de más de cuatro
metros de alto, sobre el cual estaba esculpido un felino que muestra sus
colmillo.
En
tanto que el Nuevo se construyó como ampliación del anterior, del que destacan
la Portada de las Falcónidas, grabada con aves falcónicas, parecidas a los
halcones o las águilas, con rasgos felinos y un gran tocado de serpientes. Como
de sus manos salen unas varas, se los llamó el Dios de las Varas.
La
litoescultura (escultura en piedra) fue una de las manifestaciones artísticas
de los chavines.
Paracas
En
la costa sur de Perú se instalaron los Paracas, quienes se destacaron por
utilizar la técnica de hoyos hundidos para lograr alcanzar las tierras fértiles
y poder desarrollar la agricultura. Estuvieron gobernados por un grupo
sustentado en un poder teocrático que se diferenciaban especialmente en los
rituales funerarios, donde al muerto se los ubicaba en posición fetal, porque
pensaban que podrían volver a nacer, y se los nutría de materiales diversos que
marcaban esa jerarquía social.
Los
Paracas se destacaron practicar cirugías en los cráneos, con fines curativos,
utilizando coca o jugos de planteas como sedantes. Además, tenían una práctica
de entablillarse el cráneo para su desarrollo alargado, a fin de diferenciarse
del resto.
Nascas y moches
Entre
los comienzos de nuestra era hasta el año 700 d.c, en las zonas desérticas de
la costa peruana se radicaron pueblos como los Nascas y los Moches, que
impulsaron técnicas de manejo del agua para lograr desarrollar la agricultura.
Los
Nascas, ubicados en la costa sur del
actual del Perú, construyeron
grandes canales subterráneos de más de 10 metros de profundidad que les daban
acceso al agua que depositaban en depósitos. Si bien no tuvieron un gobierno
unificado porque estaban organizados en grupos independientes, compartían
religión y cultura. Realizaban pintura en cerámica precocida centrada en
figuran geométricas, felinos al estilo Chavín y otros animales y peces. Tenían
como costumbre cortar las cabezas de sus enemigos como signo de fortaleza. Se
desatacan los grabados en el suelo llamados geoglifos, líneas que forman figuras geométricas realizadas sobre
las piedras secas.
En
tanto que los Moches, estuvieron
ubicados en la costa norte del actual del Perú. Ellos lograron construir
canales de riego, con represas y acueductos. Se destacan sus centros
ceremoniales de Huaca del Sol y Huaca de
la Luna, construidos en adobe. También la cerámica es muy importante en
este pueblo, destacándose los vasos en forma de retrato. También tenían una
acción feroz sobre sus enemigos. Hacia 650 d.c. las lluvias torrenciales
provocaron la destrucción de la zona y su disolución.
Unificación de Tiwanaku
y Wari
En
la región andina, durante los años 600 y 900, se extendió el predominio
cultural de dos sociedades, la Tiwanaku
y Wari.
Sobre
la cultura Tiwanaku tuvo su
influencia sobre otros pueblos sin ser un imperio militar. Estuvo ubicada en el
sur del lago Titicaca, entre Bolivia y Perú, a 3.900 metros de altura. Sus
edificios estaban construidos en piedra, de las cuales se destaca la “Puerta
del Sol”, caracterizada por relieves en la parte superior. Toman el culto de
adoración al “Dios de las Varas” de la cultura Chavín. El culto religioso permitió su centralidad y articulación.
Se alimentaban de plantas como la papa o la quinoa, cultivadas con sistemas de
andenes, andenes, lagunas artificiales o los waruwaru (sistemas de zanjón). Además criaban llamas y alpacas.
En
tanto que los Waris se ubicaron al
sur de Perú, en la sierra de Ayacucho. Esta sociedad extendió su poderío a través
de la fuerza militar, obligando a las poblaciones a pagar tributos en especies.
Además, lograban incorporar otras poblaciones negociando la extensión de su
influencia religiosa. Tenían una
administración descentralizada, desde puntos estratégicos desde donde lograban
sostener su predominio, y que respondía a un centro ubicado en la capital de
Ayacucho, ciudad que llegó a tener 50.000 habitantes. Cultivaban maíz y papa; y
también criaban llamas y alpacas. Los Waris
recibieron la influencia de los Tiwanakus
y la impusieron a sus dominios. Cerca del 900 d.c. comenzó su decadencia por
conflictos internos.
Teotihuacan
Ubicada
al norte del valle de México, al nordeste del lago de Texcoco, es una sociedad
que se desplego desde el siglo I al X d.c. Comenzó como un gran centro
religioso y cultural que extendió su influencia a todo México. Su máximo esplendor
entre 250 al 650 d.c.
Su
extensión alcanzó veinte kilómetros cuadrados con una planificación urbanística
ejemplar, con calles rectangulares, agua potable y alcantarillas. En el centro
se extiende una avenida, que los españoles denominaron “Calzada de los muertos”,
a cuyo este se levanta la Pirámide del
Sol, con 225 metros de lado y 60 metros de altura, cuya dimensión se
asemeja a la Pirámide de Keops en Egipto. Estás pirámides tenían forma
escalonada, característica de toda la arquitectura mesoamericana. En esos
bajorrelieves y gigantescas se encuentran serpientes emplumadas, que
representan a Quetzalcóatl, o Tláloc, dios de la Lluvia.
Sociedades en América del Sur
En el período posclásico se asentaron en América del Sur diferentes pueblos con buen desarrollo de la agricultura. En el noroeste argentino estuvieron los atacamas, omaguacas y diaguitas cultivaban a través de andenes y riego artificial como los pueblos andinos; además criaban llamas. Vivían con fuertes lazos comunitarios centrados en jefaturas locales. Estos pueblos tuvieron influencia de culturas andinas como los Tiwanaku y posteriormente de los Incas cuando cayeron bajo su dominio.
A lo largo del nordeste y el litoral argentino varios pueblos practicaban la agricultura, como los guaraníes, que eran considerados seminómades porque el mecanismo que utilizaba era el de roza y quema, que los obligaba a cambiar de tierras por el alto desgaste que implicaba este método. Plantaban mandioca, batata, maíz, maní, poroto y zapallo.
Además se pueden encontrar en la región diferentes vestigios de sociedades cazadores-recolectores y pescadores.
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