viernes, 23 de octubre de 2015

Sociedad Feudal

Con el Tratado de Verdún, que provocó el reparto del Imperio Carolingio, la fragmentación del poder en el centro europeo se profundizaría con las invasiones de diferentes pueblos como los vikingos o normandos (provenían de Escandinavia); magiares o húngaros (oriundos de las estepas asiáticas); sarracenos (piratas mulsulmanes que acechaban el mediterráneo); y eslavos (originarios de la llanura rusa).

Esta fragmentación dará origen a la formación del feudalismo, vigente entre el siglo XI y XIII, basado en una relación de producción a través del vasallaje, donde un hombre libre (vasallo) recibía una concesión como parcela de tierra (feudo) de parte de otro hombre libre (señor) a través de un contrato de responsabilidades mutuas, por el cual se debía pagar una renta feudal.

La sociedad feudal se organizaba a partir de la jura de fidelidad de los nobles a un Rey, en una ceremonia denominada Homenaje, por el cual se disponían a colaborar con el mismo en la defensa del reino a cambio de la concesión del feudo, donde generalmente trabajaban campesinos, que podía ser explotado por el vasallo, que a su vez podía tener vasallos propios.

Se configuró así una sociedad estamental, constituida por tres órdenes encabezadas por el Rey. Los nobles o señores; El Clero; y El Pueblo, compuesto en primer término por campesinos. Los nobles se dedicaban a la conquista de tierras, a partir de la guerra; en tanto que el clero se dedicaba a la prédica religiosa; siendo los campesinos quienes trabajan la tierra a fin de lograr los recursos económicos de la sociedad.

Si bien el principio del primero milenio significó una retracción económica para europa, a partir del siglo XI, con el fin de las invasiones, comenzó una expansión, a partir de cambios en procesos de producción agraria, como las roturaciones y rotaciones, que impulsó el crecimiento de la población.

Cruzadas

Esta nueva fase, también impulsó la expansión territorial a partir de excursiones militares conocidas como las Cruzadas. Las mismas estaban organizadas por el Papa en alianza con los reyes y se proponían reconquistar Tierra Santa, que había caído e mano de los turcos seldyúcidas musulmanes. Si bien nunca lograron su objetivo, las expediciones lograron restablecer el desarrollo del comercio en el mediterráneo, provocando el fortalecimiento de los mercaderes y comerciantes, especialmente italianos de las ciudades como Venecia o Génova.


A su vez, permitió el avance sobre la península Ibérica, provocando la desintegración del califato de Córdoba, por el cual los musulmanes gobernaban el territorio. La recuperación de la península se concretará en el siglo XV con la ocupación de Granada, en el sur, por los Reyes católicos. A partir de allí, se organizarían en cuatro reinos cristianos (Navarra, Aragón, Portugal y Castilla). Los mismos serán clave en la conexión con América, a partir de los viajes de Colón, dando inicio a la edad moderna.

Texto: Ricardo Romero




martes, 20 de octubre de 2015

Imperio Carolingio

De los pueblos germánicos en Europa, el reino de los francos logró estabilidad y a partir del siglo VIII una dinastía descendiente de los Heristal comenzaron una extensión de su poder hacia los países de occidente, en momentos en que los árabes avanzaban sobre la península ibérica. Fue en la batalla de Poitiers (732), que Carlos Martel logró detenerlos.

Uno de los hijos de Martel, Carlomán, Pipino el Breve derrocó al último monarca franco en el año 751, iniciando el reinado de la dinastía carolingia. Logró el apoyo del Papa a cambio de defender los territorios de los lombardos, convirtiéndose en el brazo armado de la Iglesia.

Tras la muerte de Pipino en el 768, sus hijos Carlomán y Carlos se repartieron el reino con fuertes peleas entre ellos. Sin embargo, la muerte de Carlomán, le dio el poder del reino a Carlos quien comenzó un proceso de expansión, convirtiéndose el Carlo “el Grande” o Carlomagno.


En alianza con la Iglesia, Carlomagno logró reunir en un Imperio a la mayoría de los reinos cristianos de Occidente, generando una defensa conjunta contra el avance del Islam. Así, en el año 800, el Papa León III lo coronó como Emperador bajo el juramento de defender a la Iglesia.



Durante el reinado de Carlomagno se produce un reflorecer cultural conocido como el renacimiento carolingio, que estuvo limitado a los sectores altos de una sociedad que estuvo dividada en grupos bien diferenciados entre sí. Por un lado se encontraba la nobleza que se impuso al resto de la población: campesinos y siervos.
Con la muerte de Carlomagno en el 814, el Imperio continuó bajo el mando de su hijo Luis el Piadoso, quien dejó el reino en herencia a sus hijos (Carlos, Luis y Lotario) que al seguir la tradición franca se repartieron el Imperio, enfrentándose por el control de los territorios hasta el Tratado de Verdún firmado en 843. A su vez, los hermanos Carlos y Luis se repartieron los territorios de Lotario tras su muerte.



 Texto Ricardo Romero


Islam

El islamismo logra su unidad a partir del profeta Mahoma, quien lograría unir a las tribus árabes en el año 622. Los pueblos de origen semita que habitaban la península Arábiga, generalmente eran nómades, por lo desértico de la zona, y se dedicaban al pastoreo de camellos y cabras, aunque existían algunos asentados en las costas y practicaban la agricultura, de donde surgieron centros urbanos como La Meca y Yathrib. Organizados en tribus, sin ningún poder político, con creencias propias, consideraban a La Meca como lugar sagrado, porque allí se encuentra La Kaaba, donde reside la Piedra Negra, a la cual se le rinde culto porque oscureció al absorber los pecados de los seres humanos.

En La Meca, un comerciante caravanero llamado Mahoma se inspiraría en el monoteísmo del judaísmo y cristianismo, comenzará a profesarlo dentro del politeísmo de los pueblos árabes, a partir del reconocimiento de un Dios, llamado Alá. Si bien tuvo que huir y refugiarse en Medina, una ciudad vecina, allí logró organizar un ejército que ocho años más tarde comenzará una expansión tanto religiosa como militar que lograría configurar un verdadero Imperio.


Hacia el 632, las tribus árabes estaban unificadas bajo el nuevo credo y extendieron su territorio a través de la guerra santa, que es la lucha de los creyentes contra los que no creían en Alá. Lograrían conquistar Palestina, Siria y la Mesopotamia. Luego se extendieron al norte de África hasta llegar a la península Ibérica. Hacia el oriente, alcanzaron la India, China y el Imperio Bizantino.


Imperio Bizantino

A lo largo del territorio que ocupó el Imperio Romano de Oriente se conformaría el Imperio Bizantino (o Bizancio), sumándose algunos territorios de Asia y África. Contrapuesto a los reinos independientes romano-germánicos, este espacio mantendría una configuración imperial. Tras la caída del Imperio Romano de Occidente en el 476 d.c. mantendrá su entidad propia hasta el año 1453, ante la caída de Constantinopla, su ciudad capital. Ubicado como un espacio intermedio entre el mundo europeo y el mundo árabe, por su asiento geográfico, mantendrá interrelaciones con ambas culturas, asimilando estilos de vida y costumbres.

De los emperadores más renombrados se encuentra Constantino, quien daría nombre a la ciudad capital, que lograría mantener la centralidad del poder en la organización de los territorios provinciales dominados a través de gobernadores. La extensión máxima del Imperio se alcanzaría con Justiniano, durante el siglo VI, ocupando gran parte de la actual Turquía, el corredor Sirio-Palestino, Jerusalén, Egipto, el norte de África, los Balcanes, Italia y parte del sur de España.  Tras la muerte de Justiniano, el Imperio tuvo un proceso de disgregación, que a pesar de un renacimiento durante los siglos IX y XI, no logró frenar el avance de los turcos otomanos, quienes tomaron Constantinopla en 1453.


Contrario al proceso de ruralización de occidente, el Imperio Bizantino mantuvo su centralidad en las Ciudades, siendo una de la más importantes Constantinopla, centro de los obispados, el gobierno y el ejército, tuvo un gran desarrollo económico, a partir del vínculo comercial con otras civilizaciones, como China, India y Rusia, beneficiándose de su dominio territorial sobre el mar Mediterráneo.

lunes, 19 de octubre de 2015

Feudalización de Europa. Reinos romano-germánicos.

Reinos romano-gemánicos


Con la caída del Imperio Romano de Occidente, se producirá la reorganización de la zona europea a partir de la formación de reinos romano-germánicos, con la fusión de los pueblos germanos y los antiguos habitantes del Imperio. Entre los reinos más destacados se encuentran:

  • Visigodo (Godos del oeste): Ubicado en la península ibérica. Fundado en el año 412 por Ataúlfo y destruido por los musulmanes en el año 711.
  • Ostragodo (Godos del oriente): Ubicado en la península itálica. Se funda en 493 por Teodorico y cae en 553 a manos de los bizantinos.
  • Franco: Ubicado en el centro europeo (en los actuales territorios de Francia y Bélgica). Fundado en el siglo V, lograrían un apogeo durante el gobierno de Clodoveo, quien sería el primer rey germano en convertirse al cristianismo.
  • Ango, Sajones y Jutos: Ubicados en las islas británicas, se conformaron los reinos que serían unificados por el rey Edberto de Wessex en 827.
  • Vándalo: Ubicados en el norte de África. Fundado en el año 428 y fueron conquistados por los bizantinos en año 553.





Características de los reinos germánicos
Característica
Causa
Efecto
Inseguridad
La invasión de los pueblos germánicos, la lucha entre pueblos y los saqueos a las ciudades
Aumento de defensas en las ciudades a partir de murallas
Ruralización
La inseguridad y crisis económicas provocó el traslado al campo y reducción de las ciudades.
Reducción del comercio y generación de economías de subsistencia.
Empobrecimiento cultural
Reducción de las manifestaciones artísticas y concentración en actividades guerreras
Iglesias pequeñas y toscas, con rudimentarias piezas de orfebrería.
Lenta fusión cultural
Los pueblos germánicos sostenían sus propias leyes, instituciones, lengua y religión.
Fueron incorporando lentamente las pautas culturales e institucionales del Imperio Romano.

Los reinos germánicos fueron adoptando el cristianismo, que permitió una vinculación a través de la religión. Configurados en monarquías hereditarias centrados en la fidelidad personal al Rey, propio de su cultura, diferente a las tradiciones romanas, centradas en los ciudadanos.

La mayoría de los germanos eran arrianos, una corriente que negaba la esencia divida de Cristo pero aceptaba su descendencia de Dios y era considera herética por la Iglesia Católica. Los reyes germánicos, a fin de mantener una relación con la población de los territorios romanos, que profesaban el catolicismo, propiciaron su cambio y conversión.


En tanto que la Iglesia mantuvo el latín como lengua de culto y se organizó territorialmente en diócesis o provincias, presidida por un Obispo. Internamente, se configuró en dos grupos, uno secular y otro regular, el primero dedicado a la relación con la población y el segundo, recluido en los monasterios, como forma de concentración en la relación con Dios.

Roma: El imperio


El ascenso de Octavio al poder en Roma en el año 27 a.c. marcó el inicio de la era imperial. Con el título honorífico de Augusto, que imponía su veneración por ser una persona protegida por los dioses, asumió los cargos de cónsul de Roma y procónsul de las provincias no pacificadas. Posteriormente adoptó el título de princeps (primer ciudadano) y luego el de Imperator, centrando el mando supremo de los ejércitos. Prosiguió con los cargos de tribuno de la plebe y se nombró sumo pontífice, a fin de dirigir todos los asuntos religiosos. En definitiva, concentró todo el poder en él. Si bien Augusto mantuvo el funcionamiento de ciertas instituciones republicanas, la realidad es que estaba constituida una monarquía.

La época de Octavio se conoce como la Pax Romana o Siglo de Augusto, período que se mantendría hasta el siglo III. El orden lo estableció en primer término neutralizando el poder del ejército. Para depurar los cargos de conducción, licenció a dos terceras partes de las tropas y les asignó tierras, a su vez, reubicó legiones en fronteras y rotaba a los generales, para que no generaran lazos con sus tropas. Además, concedió más participación en cargos públicos a los caballeros y distribuyó empleos en obras públicas a la plebe, además de dar alimentos y organizar espectáculos gratuitos.

Durante este período, Octavio propiciar el desarrollo cultural y social. Bajo la responsabilidad de Cayo Mecenas, amigo personal de Augusto, se reunieron artistas bajo la protección económica del imperio. Se destacan poetas como Horacio, Virgilio y Propercio, además del historiador Tito Livio. En lo social, propició reformas tendientes a recuperar el valor familiar y el respecto al matrimonio, además de favorecer la creencia en los dioses romanos y acabar con la tolerancia a religiones orientales.

Imperio

Durante este período, la extensión de la dominación romana alcanzaría su punto máximo. Los generales Agripa, Druso y Tiberio lograrían incorporar regiones como la península Ibérica y anexarían Panonia. Además, pacificarían regiones como Iliria y las Galias; se lograrían acuerdos con los partos, que controlaban la zona de Irán); y se aseguraron las fronteras en el Danubio y el Rhin; fracasando en el intento de dominar la región de Germania.

En los más de dos siglos que duró el Imperio, el poder se centró en el palacio imperial, desde donde los emperadores dirigían el Imperio asistido por un consejo de prefectos y secretarios. Su poder era absoluto y reprimían cualquier intento de sublevación. Por eso, los ejércitos adquirieron un peso importante en el sustento del poder imperial, sumado a la religión, que con la figura de Augusto como dios imponían veneración al Imperio.

El mismo emperador Augusto definió a su yerno e hijo adoptivo, Tiberio, como sucesor, y se estableció ese criterio como mecanismo de sucesión. Posteriormente se establecieron las siguientes dinastías.

·         Julio-Claudios: Tiberio (14-37), Calígula (37-41), Claudio (41-54) y Nerón (54-68).
·         Flavios: Vespasiano (69-79), Tito (79-81), Domiciano (81-96).
·         Antoninos: Nerva (96-98), Trajano (98-117), Adriano (117-138), Antonio Pío (138-161), Marco Aurelio (161-180), Cómodo (180-192).
·         Severos: Septemio Severo (193-211), Caracalla (211-217), Macrino (217-218), Hiliogábalo (218-222) y Alejandro Severo (222-235)

El emperador Alejandro Severo sufrió una crisis en el año 235 que se extendió hasta el año 285 donde se sucedieron 26 emperadores. Así, poco a poco el Imperio fue perdiendo capacidad de sostener su poder en el vasto territorio, tanto por las invasiones de los germanos como la ruralización de la vida y el incremento del bandolerismo. Así, no se pudo mantener la centralidad del poder del funcionariado imperial y la tendencia centrífuga de las decisiones.

Hubo un intento de restauración con Diocleciano quien fijo la división del imperio en dos regiones (Oriente y Occidente) y estableció una tetrarquía, formada por dos Emperadores (él y Maximiano) y cada uno uno asesorado por un César que sería su sucesor, con poder absoluto perdiendo todo peso el Senado. Esta reforma logró establecer un orden y centrar luego el poder en Constantino, quien decidió restablecer el sistema hereditario y trasladó la capital del imperio a Bizancio, redenominada Constantinopla.


El emperador Teodisio dividió el Imperio entre sus hijos, formando el Imperio romano de Oriente, a cargo de A. Arcadio y con capital en Constantinopla, y el Imperio romano de Occidente, a cargo de Honorio con capital de Roma. Sin embargo, no se logró frenar el proceso de crisis, especialmente en las invasiones de los pueblos bárbaros, las rebeliones de campesinos y la deslealtad de ejércitos. El imperio tuvo invasiones en la península ibérica en el 406 de vándalos, suevos y alanos, en tanto que los Visigodos saquearon Roma en el 410. Posteriormente, los hunos invadieron el Imperio y fueron detenidos, pero hacia el año 476, el emperador romano Rómulo Augústulo (el pequeño Augusto) fue asesinado por Odoacro, poniéndose fin al Imperio romano de occidente.

Roma: La República


Un intento por parte de los etruscos de dar poder al rey y establecer la sucesión hereditaria y no electiva, para impedir a latino y sabinos ocupar el trono, impulsando la participación de plebeyos en la política. Esto provocó la reacción de los Patricios en el Senado generando una revuelta en el 509 a.c. que llevó a la destitución del rey etrusco instaurando una República que se extenderá hasta el año 27 a.c.

El ideal republicano se basa en la división de poderes. Así, la República Romana tuvo tres grandes centros de poder: el Senado; las Asambleas o Comicios; y la Magistratura.

·         Senado: Amplió composición de trescientos a seiscientos miembros, incluyendo a personas nacidas en territorios conquistados, y aumentó sus competencias, abordando temas militares y de conquista, así como la intervención en temas de justicia, cuentas públicas, gobiernos provinciales, obras públicas y relaciones exteriores.
·                  Asambleas o Comicios: Existían tres clases.
      - los curias, se abocaban a temas religiosos;
   - los centuriados, se ocupaban de seleccionar funcionarios superiores (cónsules, pretores y censores);
      - la plebe, tenían la responsabilidad de elegir a ediles, cuestores y tribunos de la plebe.
·         Magistraturas: eran cuerpos colegiados con mandatos anuales electivos y ad honorem. Podemos citar:
-       Consulado, existían dos, a cargo de la jefatura política y militar de la Ciudad. Podían vetar la aplicación de leyes.
-       Censores, estaban a cargo del censo general y habilitaban a ciudadanos para ocupar cargos.
-       Pretores¸ administraban justicia.
-       Ediles, a cargo del control de la higiene urbana y las necesidades de la ciudad.
-       Cuestores, responsables de las cuentas públicas.
-       Tribuno de la plebe¸ tenía la facultad de veto a proyectos de las Asambleas u otros magistrados que perjudicasen a este grupo social.

Las desigualdades entre Patricios y Plebeyos generaron diferentes tensiones políticas, de las cuales la sucedida en 494 a.c. cuando plebeyos se concentraron en el monte Aventino, a las afueras de Roma, y amenazaron con fundar otra Ciudad. Así, los patricios concedieron la posibilidad de elegir sus propios magistrados. Las reformas se plasmaron en 450 a.c. con la sanción de la Ley de Doce Tablas, que fijó la igualdad de los ciudadanos y fijando como criterio la regulación vía leyes de la justicia. Además, se habilitaron los matrimonios entre patricios y plebeyos.

Expansión Republicana

Como estrategia para contener el avance plebeyo, Roma comenzó un proceso de expansión con la conquista de la llanura del Lacio, luego de imponerse a la Liga Latina, y luego avanzar hacia los pueblos montañeses (ecuos, volscos y sabinos) del centro de la península, así como a los etruscos y sus antiguos dominadores.

Hacia el siglo IV a.c. una avanzada de los galos, pueblo celta residente del valle del Po, provocó el saqueo de Roma que debilitó el dominio sobre los pueblos. Así, se decidió disolver la Liga Latina y dar ciudadanía a todos los latinos instalados en Roma. A su vez, abrió el ejército a miembros no-patricios. Posteriormente, un choque con los pueblos del sur de Lacio, los samnistas aliados a los etruscos, le dio la victoria a Roma permitiéndole el control de toda la península, para luego extenderse hacia Grecia durante el siglo III a.c.

Durante los siglos II y III a.c. los romanos extenderían su dominación sobre el Mediterráneo luego de imponerse a Cartago durante las Guerras Púnicas, con la destrucción de la esta ciudad. Así el avance romano prosiguió con reinos helenísticos y la posterior conquista de Egipto y Galia (Francia y Bélgica) de la mano de Julio César, con quien se cierra el proceso de expansión. Los pueblos bajo dominio romano recibían la asignación de ciudadanía pero eran sometidas a procesos de romanización cultural.

La capacidad de conquista y dominación romana estuvo centrada en el avance del poderío militar, constituido con un ejército profesional con miembros que eran entrenados en alta resistencia y organizados en legiones de cinco mil hombres cada una, que se subdividían en el campo de batalla con forma flexible de ataque, especialmente cuando se formaban en tortuga, un sistema de protección de 24 hombres bajo sus escudos. Tenían innovaciones en armamentos como la catapulta o el onagro, que lanzaban piedras, y el escorpión¸ que lanzaban flechas. Sumaban los arietes, escaleras y torres móviles.

El expansionismo romano estuvo acompañado de generación de latifundios que comenzaron a utilizar mano de obra esclava y a producir a gran escala, desplazando a campesinos del aprovisionamiento de las provincias. Ante la concentración de la tierra, durante el siglo II a.c. surgieron reformadores que impulsaron reformas agrarias, entre ellos Tiberio y Cayo Graco, tribunos de la plebe de 133 y 123 a.c. Sin embargo el Senado bloqueó los proyectos y financió a bandas para los asesinaran.

Durante el siglo I, se constituyó un grupo político llamado partido popular, que impulsaba reformas sociales favorables a la plebe. En tanto que los patricios se organizaron en el partido senatorial.

Hacia el 107 a.c. el liderazgo del partido popular recayó en Mario, quien fue elegido cónsul en ese año. En tanto que Sila lideró al partido senatorial y fue quien derrotó a Mario  para instaura una dictadura personal hasta el año 19 a.c.

Tras la muerte de Sila, un general romano Pompeyo impulsó el establecimiento de un Triunvirato contrapesando el intento del Senado de evitar la formación de un poder unipersonal. Estableció una alianza con Craso, un importante hombre de negocios, y Julio César, un hábil político que logró apoyo militar tras conquistar Galias y desconoció las órdenes del Senado de abandonar el gobierno de esas tierras y licencias a sus tropas. Así, avanzó sobre Roma y logró una victoria sobre Pompeyo, quien defendió al Senado. Como Craso había muerto en una batalla, Julio César asumió el poder absoluto, hasta que una conspiración en el año 44 a.c. lo asesinó.


Luego de la muerte, los partidarios de César formaron un nuevo triunvirato – Marco Antonio, Lépido y Octavio- sin embargo no pudieron evitar una nueva guerra civil que concluyó con la victoria del último y su coronación como Emperador, recibiendo el título honorífico de Augusto, poniendo fin a la República.

125 Años del Pelle